De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud y la UNICEF de las Naciones Unida, 1,500,000 de jóvenes mueren cada año, lo cual traduce a 5,000 jovenes diarios, Por causa de los trastornos de la salud mental que se traduce en violencia, depresión e inclusive suicidio*.

Ser joven, según la psicología del desarrollo, es sinónimo de esperanza, de cambio, de progreso, de futuro. Todo joven enfrenta desafíos y está en la búsqueda de la creación de espacios para su pleno desarrollo y su futuro. Esta etapa en cualquier ser humano es el motor de la sociedad pues convierte los problemas en oportunidades, soluciones y nuevas formas de hacer las cosas.

Esta función de la juventud se ha visto afectada debido a los últimos acontecimientos en el orden mundial, que genera en ellos mucha confusión en particular respecto al futuro. Las directrices que solían guiarlos, como estudiar, tener una familia, o ser económicamente exitosos han perdido sentido, pues no atienden las necesidades de interacción. Padres de familia, orientadores, terapeutas y académicos coinciden en que se ha agravado la desorientación, no saben qué quieren ni hacia dónde van.

La psiquiatra norteamericana, investigadora y especialista en vínculos la Dra. Martha Welch, sostiene que vivimos en una época en la que los valores más importantes son cubrir una imagen inalcanzable y obtener placer. Su mundo es el de las redes sociales, donde intentan “mostrarse” cumpliendo con esos estereotipos que todos los medios masivos de comunicación se encargan de fomentar.

No hay espacio para su individuación para conectar con su “ser único” , su originalidad y autenticidad, y mucho menos albergar la noción de Comunidad.

Es común ver en ellos una falta de referentes reales en adultos que sean ejemplo, pues la “verdad” y la “autoridad” la representan influencers y otros jóvenes bajo las mismas condiciones.

El impacto de la tecnología los ha separado de las relaciones reales, físicas, verdaderas. Viven separados de la realidad, de sí mismos y carecen de amor propio.
Esta es la razón por la que hoy buscan relaciones abiertas que nos los comprometan y que los mantengan alejados de la conexión con ellos mismos. Tristemente muchos de ellos viven huyendo de sus realidades, escapando a través de las adicciones para bloquear todo eso que les duele, todo eso que los separa y que no les hace sentido, llevándolos en muchas ocasiones a la muerte.

Uno de los más grandes retos de la juventud es liberarse del aislamiento como “alternativa de vida” fomentado por las estrategias derivadas de la pandemia. Este distanciamiento y desconexión va totalmente en contra de las necesidades del ser humano creando un sin fin de síntomas que están siendo resueltos con medicamentos, en lugar de amor, abrazos, cercanía y vinculación.